Rvdo Padre Santiago Cantera, Prior Administrador de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos
Los sacerdotes y religiosos abajo firmantes deseamos mostrar nuestra más viva adhesión a V. R. y a toda esa querida comunidad benedictina ante la situación provocada por la determinación de un gobierno en funciones de allanar un “locum sacrum” y una “res sacra”, contra la voluntad de sus legítimos custodios, y ante el avasallamiento impune que de muy diversas formas sufre esa comunidad.
La indefensión en que la incomprensible sentencia del Tribunal Supremo ha dejado a esa comunidad religiosa, y la práctica imposibilidad de impedir la violación ilícita de esa Basílica, hacen brillar aún más la valentía de V. R. y de sus monjes, que deben hacer frente, en solitario, al abuso de poder perpetrado por el gobierno en funciones.
Esta defensa heroica del libre acceso de los fieles a los templos, y de la inviolabilidad de éstos, protegidos por las leyes divinas y humanas, recuerda hoy la intrépida resistencia del santo obispo Tomás Beckett negándose a secundar los deseos de su rey, contrarios a la Ley de Dios y a la responsabilidad del clero de custodiar, aun con sus vidas, las cosas y lugares sagrados a ellos encomendados.
También hoy esa admirable comunidad benedictina del Valle de los Caídos es un preclaro ejemplo de audacia evangélica ante los abusos de poder, que con el Apóstol San Pedro hacen repetir en estas horas graves de nuestra Patria, que «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres».
La Historia, y más aún Nuestro Señor Jesucristo, Rey de reyes y Señor de los que dominan, nos juzgarán un día. Por eso, aun sabiendo que ello es políticamente incorrecto para la sociedad actual, se ha de resistir para defender lo más sagrado para nuestra fe: el altar del Sacrificio eucarístico y las tumbas donde nuestros difuntos esperan la resurrección de la carne.
Reputaríamos un acto de vil cobardía anteponer los intereses de la estructura eclesiástica a la defensa de los derechos de Dios. Por eso, la valentía de V. R. y de sus monjes al oponerse a la profanación de la Basílica y de sus sepulturas merece, por parte de la Iglesia en España y de sus Pastores, un apoyo que, al menos nosotros, deseamos manifestar públicamente con la presente carta.
En nuestro mundo, tan falto de verdaderos referentes morales, el Espíritu Santo quiere hacer patente su don de fortaleza en los cristianos que, como tantos mártires de nuestra España, son hoy hostigados con nuevas formas de persecución a la fe.
Con el mayor y más afectuoso de los reconocimientos, encomendamos en nuestras Santas Misas y oraciones a esa venerable comunidad benedictina, poniéndola bajo la dulce y segura protección de Nuestra Señora del Valle.
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